Orientada a niños y adolescentes, ofrece un entorno cercano y adaptado a su etapa de desarrollo. Se trabaja en conjunto con la familia para abordar dificultades emocionales, de conducta o de aprendizaje, promoviendo su crecimiento saludable.
La infancia y la adolescencia son etapas fundamentales en la construcción de la identidad, la autoestima y las habilidades sociales. En estas fases, los cambios emocionales, escolares y familiares pueden ser desafiantes. La terapia infanto-juvenil ofrece un espacio cercano y adaptado a la edad del menor, en el que puede expresarse a través de juegos, dinámicas y conversación de manera natural y segura.
El objetivo es ayudar a los niños y adolescentes a comprender sus emociones, fortalecer su confianza y adquirir herramientas para enfrentar sus dificultades, siempre en colaboración con la familia.
En la mayoría de los casos, la implicación de los padres o cuidadores es clave para el proceso terapéutico. Algunas sesiones se realizan con el menor, y otras de forma conjunta, para trabajar estrategias de apoyo en el hogar. De esta manera, se favorece la comunicación, el entendimiento y la mejora del ambiente familiar.
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